Una americana

Hoy tenemos baile en el pueblo,
Cavila un día, el juez de paz,
En el vecino Valle de Las Palmas,
Por detrás del gran volcán,
Su mujer había muerto joven,
Y Él no había ido más,
No quería revivir recuerdos,
De años de felicidad,
Pero este día soleado, en pleno abril,
Le daba rabia, no tener valor para ir allí,
Necesita una americana,
Para un día con sabor,
O quizá, una nueva Guayabera,
Y un sombrero para el sol,
Necesita una americana,
Una americana,
Necesita una Guayabera,
Una Guayabera,
Así que se recorre los bares,
(Allí en su pueblo son casi tres),
Y pregunta a su sobrino, Fátimo,
Por su amigo, el sastre inglés,
Fátimo le lleva hasta el sastre,
En pleno acto de vender,
Un conjunto, como el juez soñaba,
Y que ya vendrán a recoger,
Por eso el sastre,
Cuando su cliente se fue,
Le ofrece el traje, por un día,
A su amigo el juez,
Necesita una americana,
Para un día con sabor,
O quizá una nueva Guayabera,
Y un sombrero para el sol,
Necesita una americana,
Un sombrero y una americana,
Necesita una Guayabera,
Un cigarro y una Guayabera,
Él necesita un traje,
Él necesita un traje,
Con clavel en el ojal,
Él necesita un traje,
¡Na, no necesita!,
Dile a “La Pura que lo cosa”
Le va muy bien al sastre,
¡Espérate, espérate!
Le va muy bien un juez,
Aunque sea un juez de paz,
Le va muy bien al sastre,
¡Ponte pa eso, chico!
Se necesitan,
Necesita una americana,
Para un día con sabor,
O quizá una nueva Guayabera,
Y un sombrero para el sol,
Necesita una americana,
Un sombrero y una americana,
Necesita una Guayabera,
Un cigarro y una Guayabera,
Una americana,
Una americana,
Una Guayabera,
Una Guayabera.