Un poco mayor

Me encaminé por la escalera
que sube hasta mi habitación
y recordé que era la primera vez
que ponía un pie en mi cuarto,
desde la última ocasión.

Hallé mis libros favoritos,
mi pequeña decoración,
mis discos, mi ropa doblada y
mis efectos personales,
cada cual en su cajón.

Me hallé mi almohada preferida
y un gran silencio alrededor.
Me hallé en mi cuarto,
en mi guarida,
pero ya no sentí calor.
Todo me hablaba de un muchacho
que se fue,
porque un buen día se hizo mayor.

Y hallé en un librero
una carta a mi nombre
con las iniciales de B.M.L.,
la tercera parte, de un par anterior,
que mandaba una amiga a la casa
y que me dicen tanto,
que me dicen más
que todo lo que me contara
mi cuarto jamás.

Y en ella me dice que escucha mis cintas,
que las pone a diario y que las oye bien,
que apunta las letras y que se imagina
que es ella a quien vine a cantar esta vez.

Me hubiera gustado saberme su nombre
para agradecer lo que piensa de mí,
sabiendo que a veces me estaba escuchando
de pronto dejé de añorar lo que fui.

Y cuenta que le hago sentir diferente,
que se ha detenido en mi respiración,
que cree que es muy joven para presentarse,
por eso no pide mi contestación.

Me hubiera gustado saberme su nombre
para irlo cantando con esta canción,
para recordarlo cuando cae la noche,
a la ahora que empiezo a dudar lo que soy.

Me hubiera gustado saberme su nombre
para una balada nocturna a las diez,
para escuchar jugando
con los tonos que me dé y
decirle que no importa tanto
ser muy joven si también
puedes, a alguien, decir cosas
que le harán sentirse bien.

Me hubiera gustado saberme su nombre
y tener con ella una conversación.
Me hubiera gustado guardarle sus cartas,
pero preferí guardarle una canción.