Letra de Rapsodia 1979
Café Guancasco
De la miseria aprendí
el paso lento al caminar
así vi rostros sin reír,
Cristos de la infelicidad.
De la miseria recordé cuanto se ausenta un corazón,
cuando la calle puede ser luz en la sombra y casa, sol.
Cuarto menguante del amor,
itinerante salvación,
soy tan feliz y un niño muere sin razón.
y siempre digo:
"Todo está bien"
golpeando mi pecho
una y otra vez:
por mi culpa,
mi gran culpa, no tengo que ver.
Yo solo fui nada en la marea,
fui la carreta sin oreja,
fui la mentira acomodada en un sillón.
miré a los monstruos
y las bestias
robarse toda la inocencia
¡Chiminicuarta al miedo
y al terror!
¿Por qué unos han de andar descalzos,
para que otros viajen en lujosos automóviles?
¿Por qué unos han de vivir 35 años,
para que otros vivan 70?
¿Por qué unos han de ser míseramente pobres,
para que otros sean estúpidamente ricos?
¿Cuál es el destino de los que no tienen nada?
¿Morirse de hambre? ¿Ser eternamente pobres?
¿Para qué sirve entonces la civilización?
¿Para qué sirve la conciencia humana?
¿Para qué sirven las Naciones Unidas?
¿Para qué sirve el mundo?
¡Basta ya de la ilusión de que los problemas del mundo
se pueden resolver solamente con armas!
Las balas podrán matar a los hambrientos,
a los enfermos, a los ignorantes;
pero no pueden matar el hambre,
Las enfermedades ni la ignorancia.
No pueden tampoco matar la justa rebeldía de los pueblos.
Porque en el holocausto final morirán también los ricos,
Que son los que más tienen que perder en este mundo.
Grita en mi cara
no digas nada
Grita de frente
y no calles nada
de lo que hay que salvar, porque el hombre se merece la verdad,
del horror tan sordo,
de la sangre ciega,
de la ira santa,
de la muerte lenta.
De la casa incendiada
por venir,
y del hambre
y su intención de persistir,
de la limpia y reencontrada absolución
en las calles
gritando
revolución.
(En honor a Fidel Castro)
el paso lento al caminar
así vi rostros sin reír,
Cristos de la infelicidad.
De la miseria recordé cuanto se ausenta un corazón,
cuando la calle puede ser luz en la sombra y casa, sol.
Cuarto menguante del amor,
itinerante salvación,
soy tan feliz y un niño muere sin razón.
"Todo está bien"
golpeando mi pecho
una y otra vez:
por mi culpa,
mi gran culpa, no tengo que ver.
Yo solo fui nada en la marea,
fui la carreta sin oreja,
fui la mentira acomodada en un sillón.
miré a los monstruos
y las bestias
robarse toda la inocencia
¡Chiminicuarta al miedo
y al terror!
¿Por qué unos han de andar descalzos,
para que otros viajen en lujosos automóviles?
¿Por qué unos han de vivir 35 años,
para que otros vivan 70?
¿Por qué unos han de ser míseramente pobres,
para que otros sean estúpidamente ricos?
¿Cuál es el destino de los que no tienen nada?
¿Morirse de hambre? ¿Ser eternamente pobres?
¿Para qué sirve entonces la civilización?
¿Para qué sirve la conciencia humana?
¿Para qué sirven las Naciones Unidas?
¿Para qué sirve el mundo?
¡Basta ya de la ilusión de que los problemas del mundo
Las balas podrán matar a los hambrientos,
a los enfermos, a los ignorantes;
pero no pueden matar el hambre,
Las enfermedades ni la ignorancia.
No pueden tampoco matar la justa rebeldía de los pueblos.
Porque en el holocausto final morirán también los ricos,
Que son los que más tienen que perder en este mundo.
Grita en mi cara
no digas nada
Grita de frente
y no calles nada
de lo que hay que salvar, porque el hombre se merece la verdad,
del horror tan sordo,
de la sangre ciega,
de la ira santa,
de la muerte lenta.
De la casa incendiada
y del hambre
y su intención de persistir,
de la limpia y reencontrada absolución
en las calles
gritando
revolución.
(En honor a Fidel Castro)
Letra de Rapsodia 1979 de Café Guancasco
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