Pensar el viaje

Quedarán los domingos eternos
y la inocencia ciega del viernes.
Quedarán estas ganas de vernos
y esa forma de ser los de siempre.

Quedará una mirada en la tarde
mientras la bola de fuego se esconde,
una baraja de cartas y el fraude
del cómo, el cuándo, el por qué y el dónde.

Oros, espadas y trucos
en los que nunca he pensado
pues nunca supe engañarte
sin sentirme a la vez engañado.

Deja que hablen de mí los vecinos
yo sólo quiero saber que te ciñes
y que las flores de ese vestido
llevan la sangre otra vez hasta el río.

Cuenta, eso sí, la verdad de tus días
de tus vergüenzas más inconfesables,
hoy no hay tribunos y no hay policía
sólo palabras, que llenan el aire. Holas, adioses y frutos
del árbol gris del pecado
pues nunca pude abrazarte
sin sentirme a la vez emboscado.

En esta aventura febril que es la vida
yo sé muy bien cuál es mi personaje
y que a mi edad quedan pocas salidas
y que viajar, es pensar el viaje.