Mujer del oriente

Mujer del oriente, del sol ardiente y la luna,
el viento y la arena son entornos de tu cuna
y es el mar salado testigo de tu fortuna,
parte de tu historia tan rica como ninguna.

Tienes la gran dicha de ser madre, esposa y sientes
en tu ser la herencia de aquel hijo de tu vientre,
mujer del oriente ¡si te escuchara la gente!
del norte hasta el sur, desde tu cuna hasta occidente.

¡Ay! mujer del oriente y la luna,
tu alma y ser son preciada fortuna,
el viento y la arena son entornos de tu cuna.

De noche la bruma desvanece a tu pasada
y se abren las flores en tus manos delicadas,
piel que huele a rosas y perlas en tu mirada,
vestida de sol por sobre la luna esmaltada. Docena de estrellas titilan en tus cabellos,
brilla el gran Espíritu al abrir tus ojos bellos
y en mi corazón quedan grabados los destellos,
de amor, de alma pura, tinte y lumbre de tus sellos.

¡Ay! mujer, del oriente y la luna,
tu alma y ser son preciada fortuna,
el viento y la arena son entornos de tu cuna.

Mujer del oriente eres el sol en mi alborada,
aire, fuego, tierra, luz de luna, agua encantada,
eres una estela, dejas huella a tu pasada,
"cincuenta más ocho y una perla" iluminadas.

Dicen que te ven aquí y allá siempre presente
con tus lágrimas ante la gente indiferente,
mujer del oriente ¡si te escuchara la gente!
del norte hasta el sur, desde tu cuna hasta occidente.

¡Ay! mujer del sol y del oriente,
¡ay! mujer si escuchara la gente,
del norte hasta el sur, desde el oriente hasta occidente. Paz entre las guerras, manantial entre desiertos,
expresión al viento, libertad, brazos abiertos,
luz entre las sombras, flor perenne entre las piedras,
caricia de brisas, cielo azul, verdor de hiedras.

Tres capullos tiernos se abrieron con tu presencia,
dos de ellos durmieron en la edad de su inocencia
y esa “niña/anciana”, con prudencia y fiel respeto
develando al paso de los años tu secreto.

¡Ay! mujer, del sol y del oriente,
¡ay! mujer, si escuchara la gente,
del norte hasta el sur, desde tu cuna hasta occidente.

Mujer del oriente en este siglo diferente,
donde el polvo blanco adquiere a tantos dependientes,
por el egoísmo y la soberbia de las mentes
la esperanza tambalea y tú lloras silente.

Del naufragio sin agua eres tú la firme barca
para guarecerse del atroz con cifra y marca,
mujer del oriente ¡si te escuchara la gente!
del norte hasta el sur, desde tu cuna hasta occidente.

¡Ay! mujer del oriente y la luna,
tu alma y ser son preciada fortuna,
¡Ay! mujer del sol y del oriente,
¡Ay! mujer si escuchara la gente…