Mi edad

Creen comprender un pasado en cifrados,
En números simples y desgraciados,
Prestando atención al pasar de un calendario,
Y obviando los sucesos desencadenados.
Hay varios tipos de repugnancia,
En esta estrafalaria realidad de pescados,
Que quieren ser tiburones premiados,
Y acaban hundiéndose en su ego e ignorancia.
Ni un título, ni un color de piel,
Ni una edad, ni tu sexualidad,
Definirán que hay detrás de todo un ser,
Ni mucho menos como es que actuarás.
Si callo y mancho con transparencia,
Una estúpida cifra que brilla por su ausencia,
No me disculpo, no merezco sentencia,
Por dedicarme a sentir más allá de mi apariencia.
No son los años, son las secuencias y experiencias,
No hay ciencia más compleja que vivir,
Pues respirar muchos pueden, pero resta,
Merecer el magnífico derecho de existir. Mi edad es un secreto,
Lo decreto con la sangre que me cubre,
Mi identidad es mi derecho,
Y no quiero que la manche un número lúgubre.

Tantas decepciones y discusiones,
Con gente a la que otorgué mi confianza,
Lamento informar, que no existe balanza,
Capaz de medir el peso de las opiniones.
Si su madurez fuese su juicio,
Podría llamarlos locos desenfrenados.
Mientras sigan en pie los prejuicios,
Jamás dejaremos de ser controlados.
Es el misterio algo fantástico y mágico,
Pero se torna trágico al llegar la decepción.
Quizá por eso aprendí a ser más apático,
¿Cómo arregla un fugado fugas de su corazón?
¿Qué tan diferente es quien por la edad
Desprestigia una lógica opinión ajena,
A un racista que jamás entenderá,
Que da igual la piel blanca o morena?
Es una pena, pues la etiqueta es necesaria,
Pero es un mártir de la vida diaria.
Hoy sólo escribo mi opinión, y digo...
El que no grita, vive sometido. Mi edad es un secreto,
Lo decreto con la sangre que me cubre,
Mi identidad es mi derecho,
Y no quiero que la manche un número lúgubre.