El destino de la flor

Patagonia, agua y viento,
de cordillera nevada,
y la mágica esquilada,
que el mar nos sigue trayendo.
Naturaleza latiendo,
desde tiempo inmemorial.
La soledad abismal,
desde la extrema inclemencia,
nos deja en la transparencia,
certezas de amor total.

Se renueva cada día,
La energía en el paisaje.
Dura poco nuestro viaje,
para cambiar su poesía.
El futuro todavía,
el cielo lo determina.
La tormenta se avecina,
Ante un sol resplandeciente.
Yo tengo fe en nuestra gente,
que ese paisaje camina.

La Pachamama resiste,
Cada tanto se sacude.
Es tiempo, que nadie dude,
de ser la vida que insiste.
Como el agua que persiste,
aunque nunca volverá.
Río que alimentará,
toda la flor en su abrazo.
Si detenemos su paso,
Pachamama morirá. El paisaje está sufriendo.
Y Dios quiso regalarlo,
con la misión de cuidarlo,
lo seguimos destruyendo.
El río se está muriendo,
la sed no le da respiro.
Hacia el bosque ya no miro,
Porque el árbol se murió.
La Patagonia entregó,
hasta el último suspiro.

A prueba nuestra inocencia,
palabras acariciantes.
Realidades balbuceantes,
cargará nuestra conciencia.
Somos futuro y presencia,
somos el mundo mejor.
Juntemos todo el amor,
patagónicos y humanos.
¡Tenemos en nuestras manos,
el destino de la flor!