El alerce milenario

Estamos todos reunidos,
el décimo quinto Alerce,
y Lahuén que no se tuerce,
es por todos conocido.
El buen Dios ha permitido,
que estemos aquí brindando.
La vida se va pasando,
pero yo no tengo duda,
que antes de la huesuda,
mucho estamos disfrutando.

Con tangos arrancó Alfredo,
acordeón de Campusano,
y se prendió Zamorano,
(El Mauri que tiene un quedo)
Con un bajo anda en el ruedo,
en este gran festival.
Crece en forma exponencial,
ya no es grande, es un gigante,
y nosotros la constante,
para bien o para mal.

Cuando estaba en lo mejor,
cayó el Nacho pa’ hacer ruido.
Le agregó dote al sonido,
de prestidigitador.
La vida es por el folclor,
por el canto de verdad.
Esta hermosa realidad,
despierta mi gratitud,
de ver también juventud,
en nombre de la amistad. Señores el verso fluye,
sepan que estoy muy feliz.
Ustedes son la raíz,
donde el verso se construye.
Y por más que se chamuye,
hay algo que bien yo sé:
Acá en Chile, el chamamé,
tiene apellido y nombre:
Soy amigo de ese hombre,
Chávez Arturo José.

Las cuecas se confundieron,
con el himno nacional.
¡que viva este festival,
y todos los que lo hicieron!
Tambien los que se rieron,
mientras el Nacho humillaba.
Gracias maestro, que estaba,
unos 20 años atrás,
como todos los demás,
que de lejos nos miraba.

Y ya la puerta le cierro,
al verso que improvisé.
No soy Hernández José,
y esto no es el Martín Fierro.
Desde lo alto del cerro,
les traigo mi corazón,
me asiste la sinrazón,
y entre mis sueños divago,
nada invento en lo que hago,
es tan sólo traducción