Despedirme

No sé si despedirme
o pedirte que me firmes esta nota de suicidio...
calibro el arma,
celebro la ascensión de mi alma
hacia cielos que no pude conocer contigo.
¡Anda! déjame huir, salir corriendo,
sentir que fue anecdótico mi paso por el mundo.
Veintiún gramos menos en la báscula,
hoy tengo buen recuerdo desde la distancia.
Sécate las lágrimas,
si la reencarnación existe
voy a hacerlo en tu peluche
para estar todo el día en tu cama.
Conserva estas páginas
porque las inspiraste
porque fuiste razón y eximente
de cada movimiento terrestre
y lunar en tu espalda,
enjambre de miel virgen en tus piernas.
Me seco los ojos
entre amarillos y rojos
con el dobladillo de tu falda.
Cuando el amor empezó a ser un pacto
y no la consecuencia
me llevé un chasco con la ciencia;
no le vi la gracia
la noche que entendí que aquello era pasajero,
un intercambio de dolor, sincero sí, pero
con fecha de caducidad al fin y al cabo.
Mi corazón en un cubo,
cuando salgan las burbujas habré encontrado el pinchazo;
y los lazos que nos unen
son los lazos que ahogaron esta historia,
te falla la memoria cuando quieres.
Encontraste en mi droga
tu caballo de troya de salida,
¡ya tienes tu culpable amiga!
Que sepas que tengo candidatas dispuestas
que encuentran en este
una alternativa a otras propuestas
carentes de riesgo y bohemia.
Aun así ya sabes,
y seguramente presumirás,
de que escribo sobre ti cada noche
después del vaso de leche,
después del 'four roses'
que me ofrece tregua para este conflicto amado,
sueño de diez tardes de verano.
Y me cortaré la lengua
y la pondré sobre tu almohada
y así no olvides los secretos nunca jamas,
junto a un pañuelo con dos versos:
"¿Vendrás mañana?
es fácil decir para siempre.