Letra de Ciudad jardín
Vito y Acid Lemon
He perdido las maletas que jamás abrí.
He vendido conclusiones que dejan lugar
para resolvernos antes de partir
o salir corriendo antes de llegar...
Y sé que miras pero cuesta,
más por el silencio que por la respuesta,
dejando atrás nuestra condescendencia;
hoy puedo caminar sin encontrarme
y ya he llorado antes... antes de armarme de paciencia.
Fue la promesa de otro invierno sin ti,
por no saber si contabas conmigo...
Hacer camino y desdecirme de decirte
que te quise, que nunca lo hice,
pero entonces parecía fácil ser feliz.
Vuelvo a perderme en la espiral que dibujan tus labios.
Vuelvo a tu historia sin creerme el decorado y el guión
sigue siendo improvisado, y el control de este vagón
lo retiene tu septiembre, los fantasmas del pasado...
Si pasado un tiempo vuelves y he cambiado,
estoy bailando en el tejado un tango con mis dudas.
Vivo alejado de mi ciudad porque es la tuya,
lancé los dados para cuando huyas
o suene Matilde Urbach, y no sepas ni a quién le escribo
y me descubras gritando en el desierto de tus dudas;
en cualquier otro infinito que no sea el nuestro.
En cualquier otro delito que mis versos, otro supuesto.
Por cada última primera vez dejando pasar trenes,
durmiendo con miedo a que el tiempo pase...
Perdiendo los papeles, dejándome tú en jaque y yo sin equipaje
en este viaje de ida y vuelta en órbitas lunares;
que si cambio ahora de planes no es por ti,
pero me asusta descubrir que hay otro lado en esta luna.
Y joder, ya sé que miras pero cuesta decidir,
más por el silencio que por tu locura...
A estas alturas, no sé si recordarte o recorrerte;
fue suerte, arrojaba monedas a mi fuente.
Bajábamos en la misma parada cada viernes,
allí la conocí, me enamoré al día siguiente...
¡El mundo es un desastre y qué suerte que me entiendes!
Tiendes a idealizarme estando ausente
y me vas salvando así, casi parece un accidente
latente y oportuno, algunos ven a Neptuno y no a su tridente.
De momento, todas estas hojas son del viento.
Me lo dijo un hombre que escapó al yugo del tiempo...
Estaba muerto de por vida, ¡de ese puerto no hay salida!
Silbaba una canción que me sonaba a despedida.
Del desierto a la arboleda me verás,
cabizbajo en las veredas, con una sombra detrás
y no es la mía. Quedan afluentes todavía:
flores que nacen de noche y luces que me hacen de guía...
Cambiamos de vagones y de vía;
tu canción es poesía, me devora la utopía en ella.
Te debía la mitad de nuestros días,
me guiña un ojo el mar cuando destella...
y ahora que brilla,
estoy acercándome a la orilla con media botella
y osos polares siguiendo una estrella.
Me he conocido en los hoteles sin reparo:
ruinas circulares al amparo de la luz de un faro.
¡Y tú tan rota para un descosido!
Es el amor con su desvarío, ahora te canta el mío.
Tiré los dados a un acantilado...
¿Cómo me dejo dejarme de lado cuando no te has ido? [Estribillo]
He vendido los relojes antes de partir.
He llegado a conclusiones que dejan lugar
para resolver tu jaque de reina y alfil
o salir corriendo y volver a jugar.
He perdido las maletas antes de llegar.
Llevo las llaves de las puertas que jamás abrí.
Hay una luz que me dibuja debajo del mar,
arrancándole una flor a mi Ciudad Jardín.
He vendido conclusiones que dejan lugar
para resolvernos antes de partir
o salir corriendo antes de llegar...
Y sé que miras pero cuesta,
más por el silencio que por la respuesta,
dejando atrás nuestra condescendencia;
hoy puedo caminar sin encontrarme
y ya he llorado antes... antes de armarme de paciencia.
Fue la promesa de otro invierno sin ti,
Hacer camino y desdecirme de decirte
que te quise, que nunca lo hice,
pero entonces parecía fácil ser feliz.
Vuelvo a perderme en la espiral que dibujan tus labios.
Vuelvo a tu historia sin creerme el decorado y el guión
sigue siendo improvisado, y el control de este vagón
lo retiene tu septiembre, los fantasmas del pasado...
Si pasado un tiempo vuelves y he cambiado,
estoy bailando en el tejado un tango con mis dudas.
Vivo alejado de mi ciudad porque es la tuya,
lancé los dados para cuando huyas
o suene Matilde Urbach, y no sepas ni a quién le escribo
y me descubras gritando en el desierto de tus dudas;
en cualquier otro infinito que no sea el nuestro.
En cualquier otro delito que mis versos, otro supuesto.
Por cada última primera vez dejando pasar trenes,
durmiendo con miedo a que el tiempo pase...
Perdiendo los papeles, dejándome tú en jaque y yo sin equipaje
en este viaje de ida y vuelta en órbitas lunares;
que si cambio ahora de planes no es por ti,
pero me asusta descubrir que hay otro lado en esta luna.
Y joder, ya sé que miras pero cuesta decidir,
más por el silencio que por tu locura...
A estas alturas, no sé si recordarte o recorrerte;
fue suerte, arrojaba monedas a mi fuente.
Bajábamos en la misma parada cada viernes,
allí la conocí, me enamoré al día siguiente...
¡El mundo es un desastre y qué suerte que me entiendes!
Tiendes a idealizarme estando ausente
latente y oportuno, algunos ven a Neptuno y no a su tridente.
De momento, todas estas hojas son del viento.
Me lo dijo un hombre que escapó al yugo del tiempo...
Estaba muerto de por vida, ¡de ese puerto no hay salida!
Silbaba una canción que me sonaba a despedida.
Del desierto a la arboleda me verás,
cabizbajo en las veredas, con una sombra detrás
y no es la mía. Quedan afluentes todavía:
flores que nacen de noche y luces que me hacen de guía...
Cambiamos de vagones y de vía;
tu canción es poesía, me devora la utopía en ella.
Te debía la mitad de nuestros días,
me guiña un ojo el mar cuando destella...
y ahora que brilla,
estoy acercándome a la orilla con media botella
y osos polares siguiendo una estrella.
Me he conocido en los hoteles sin reparo:
ruinas circulares al amparo de la luz de un faro.
¡Y tú tan rota para un descosido!
Tiré los dados a un acantilado...
¿Cómo me dejo dejarme de lado cuando no te has ido? [Estribillo]
He vendido los relojes antes de partir.
He llegado a conclusiones que dejan lugar
para resolver tu jaque de reina y alfil
o salir corriendo y volver a jugar.
He perdido las maletas antes de llegar.
Llevo las llaves de las puertas que jamás abrí.
Hay una luz que me dibuja debajo del mar,
arrancándole una flor a mi Ciudad Jardín.
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