Carlitos

Se llama Carlos Gardel,
es Morocho del Abasto,
aquella vez en un trasto,
don Dios lo llevó con él.
Necesitaba cartel,
y el Mudo tenía de sobra,
fue así que entre obra y obra,
se fue quedando allá arriba,
Después enganchó una piba,
y acostumbró a la maniobra.

También un poco cansado,
de tanto andar Yira, Yira,
el hipódromo que tira,
la gola se ha agamuzado.
Y todo lo que hay grabado,
que anda cada vez mejor,
Mano a mano el payador,
sin Volver, del paraíso,
por no romper el hechizo,
de un pueblo con tanto amor.

Para el Zorzal es un nido,
el alma de cada uno.
Y en el momento oportuno,
cantará nuestro sentido.
Mi Buenos Aires querido,
tiene graves de tranvía,
del Abasto melodía
con calles adoquinadas,
el farol y las cortadas,
de Pompeya y su poesía. Su gen está omnipresente
en el aire de mi tierra.
Un tango eterno lo encierra,
en el alma de su gente.
Nadie queda indiferente,
¿Quién no ha cantado con él?
¿A dónde está el punto aquel,
que al oír no se emocione;
y entre suspiros mencione:
¡Ese que canta es Gardel!?