Letra de ángeles
SmDani
Son como ángeles entre nosotros,
son personas que creen en los demás,
no miran por sí mismos si no por otros,
si te los cruzas no los reconocerás.
Coge la bici, por esta semana
las clases en la uni terminaron, ya había ganas.
Pedalea rápido, sumergido en su mejor canción,
permaneciendo fiel, comprometido corazón.
Los niños en el cole le esperaban,
su nombre a gritos ya en la entrada todos le cantaban.
Se abrazan a sus piernas, todos le esperan,
saben esta tarde a su lado será nueva.
Juegos, risas, amistad, crecer por dentro,
abrir las manos, inventar, surcar el viento,
pedir perdón, soñar, bailar, mirar al cielo,
entregar cuanto le regalaron a él primero.
Es Salvador, un joven más en la ciudad,
no es un bicho raro ni un ingenuo sin maldad,
como a ti y a mí también le tienta el tedio,
le mueve su fe en quienes le amaron primero. Son como ángeles entre nosotros,
no miran por sí mismos si no por otros,
son personas que creen en los demás,
si te los cruzas no los reconocerás.
Son ya tres años entrando en la prisión,
al olor de sus paredes todavía no se acostumbró.
Una tras otra, a su paso las puertas se cierran,
sin cometer delito, ella también se siente presa.
Sabe que no es mejor que los que han encerrado,
que su corazón humano también se inclina al pecado,
ellos con actos violaron las leyes,
pero Dios no los olvida su amor les tiende puentes.
Tiene 24 años
y muchas mechas ha quemado, en vanidades tiempo ha malgastado.
Vivió esperando recibir el pago
pero encontró mayor sentido entregándose sin nada a cambio.
Así sus sábados se pasa en la prisión,
escuchando las historias de quiénes la sociedad olvidó,
alentando corazones, escribiendo cartas,
dando la vida con su vida curando las llagas.
A ratos toma una guitarra entona una canción,
en torno suyo crea el circulo del perdón,
abren la biblia uno tras otro intervienen,
explicando lo que al corazón les hiere y causa muerte.
Ella se siente muy pequeña, pobre y niña,
a Dios le habla encomendando cada vida herida.
Sábado noche ,cierra los ojos y ve sus rostros,
a Dios susurra sus nombres uno tras otro.
Sin estar presa se sabe esclava de mentiras,
y pide a Dios que la libere y le haga fuente viva,
que su mirada refleje la suya,
que aprenda a amar sin condición y a ser fuerte en la lucha.
Ella es Amparo, joven y diva,
su fe como la tuya también sufre y pasa cribas,
ya no se queda en el lamento y la autocompasión,
sabe que ha recibido mucho y todo es puro don.
Dando la vida sin reclamar el pago
dando la vida sin esperar le den a cambio.
y así es como se vive, y así es como se nace,
dando la vida, desviviéndose en el darse. Son como ángeles entre nosotros,
no miran por sí mismos si no por otros,
son personas que creen en los demás,
si te los cruzas no los reconocerás.
A sus 68 ya no es útil en empresas,
tiene achaques, a ratos también cojea.
Todo obstáculo lo afronta muy pausado,
pues de su tiempo de vivir la cuenta atrás ha comenzado.
A los 52 la depresión le alcanzó,
a los que amaba les chillaba, también les culpó.
Su vida insostenible se quebró,
vivió encerrado en sí mismo hasta que pidió perdón.
Es Timoteo, ahora vive jubilado,
feliz comparte el jubilo de ser hombre reconciliado.
Perdió la vida tantos años atrapado,
ahora cuida de sus nietos, y da clases en el barrio.
En su parroquia lo verás todas las tardes,
enseñando, acompañando vidas rotas de inmigrantes.
No tiene prisa, siempre regala una sonrisa,
él siempre dice que su fuerza la encuentra en la misa.
Los años que le quedan los gasta entregando amor,
dando la vida con su vida, siendo como el sol,
dando la luz a quien perdió el sentido,
dando calor a corazones helados de frío.
Son como ángeles entre nosotros,
no miran por sí mismos si no por otros,
son personas que creen en los demás,
si te los cruzas no los reconocerás.
son personas que creen en los demás,
no miran por sí mismos si no por otros,
si te los cruzas no los reconocerás.
Coge la bici, por esta semana
las clases en la uni terminaron, ya había ganas.
Pedalea rápido, sumergido en su mejor canción,
permaneciendo fiel, comprometido corazón.
Los niños en el cole le esperaban,
su nombre a gritos ya en la entrada todos le cantaban.
saben esta tarde a su lado será nueva.
Juegos, risas, amistad, crecer por dentro,
abrir las manos, inventar, surcar el viento,
pedir perdón, soñar, bailar, mirar al cielo,
entregar cuanto le regalaron a él primero.
Es Salvador, un joven más en la ciudad,
no es un bicho raro ni un ingenuo sin maldad,
como a ti y a mí también le tienta el tedio,
le mueve su fe en quienes le amaron primero. Son como ángeles entre nosotros,
no miran por sí mismos si no por otros,
son personas que creen en los demás,
si te los cruzas no los reconocerás.
Son ya tres años entrando en la prisión,
al olor de sus paredes todavía no se acostumbró.
Una tras otra, a su paso las puertas se cierran,
sin cometer delito, ella también se siente presa.
Sabe que no es mejor que los que han encerrado,
que su corazón humano también se inclina al pecado,
ellos con actos violaron las leyes,
pero Dios no los olvida su amor les tiende puentes.
Tiene 24 años
y muchas mechas ha quemado, en vanidades tiempo ha malgastado.
Vivió esperando recibir el pago
pero encontró mayor sentido entregándose sin nada a cambio.
Así sus sábados se pasa en la prisión,
escuchando las historias de quiénes la sociedad olvidó,
alentando corazones, escribiendo cartas,
dando la vida con su vida curando las llagas.
en torno suyo crea el circulo del perdón,
abren la biblia uno tras otro intervienen,
explicando lo que al corazón les hiere y causa muerte.
Ella se siente muy pequeña, pobre y niña,
a Dios le habla encomendando cada vida herida.
Sábado noche ,cierra los ojos y ve sus rostros,
a Dios susurra sus nombres uno tras otro.
Sin estar presa se sabe esclava de mentiras,
y pide a Dios que la libere y le haga fuente viva,
que su mirada refleje la suya,
que aprenda a amar sin condición y a ser fuerte en la lucha.
Ella es Amparo, joven y diva,
su fe como la tuya también sufre y pasa cribas,
ya no se queda en el lamento y la autocompasión,
sabe que ha recibido mucho y todo es puro don.
Dando la vida sin reclamar el pago
dando la vida sin esperar le den a cambio.
y así es como se vive, y así es como se nace,
dando la vida, desviviéndose en el darse. Son como ángeles entre nosotros,
son personas que creen en los demás,
si te los cruzas no los reconocerás.
A sus 68 ya no es útil en empresas,
tiene achaques, a ratos también cojea.
Todo obstáculo lo afronta muy pausado,
pues de su tiempo de vivir la cuenta atrás ha comenzado.
A los 52 la depresión le alcanzó,
a los que amaba les chillaba, también les culpó.
Su vida insostenible se quebró,
vivió encerrado en sí mismo hasta que pidió perdón.
Es Timoteo, ahora vive jubilado,
feliz comparte el jubilo de ser hombre reconciliado.
Perdió la vida tantos años atrapado,
ahora cuida de sus nietos, y da clases en el barrio.
En su parroquia lo verás todas las tardes,
enseñando, acompañando vidas rotas de inmigrantes.
No tiene prisa, siempre regala una sonrisa,
él siempre dice que su fuerza la encuentra en la misa.
Los años que le quedan los gasta entregando amor,
dando la vida con su vida, siendo como el sol,
dando la luz a quien perdió el sentido,
dando calor a corazones helados de frío.
Son como ángeles entre nosotros,
no miran por sí mismos si no por otros,
son personas que creen en los demás,
si te los cruzas no los reconocerás.
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