A donde salivar

Te invito hermano
a que me cuentes tu cuento,
pero te advierto algo
antes de empezar;

no se muy bien
para que lado va el viento,
pensá un poquito
antes de salivar.

Vamos a perder la razón,
pero siempre razonablemente,
la tibieza no existe
como posibilidad.

Exceden con liviandad, la doble moralidad
para recabar en tus cimientos.
¡No tolero que me digan
qué es lo que debo pensar!

Nobleza obliga
y te pateo primero,
no te gastes,
ni me voy a acordar.

Y para serte
totalmente sincero
lo que me digas
no me va a durar un round.

Voy a hacerle el amor
a este bello y tenaz consejo:
“No me riegues este campo
con tu amable hostilidad”.

Te miro sin creer
cuántas veces perdiste esto:
“Un abrazo ante la ausencia
de la cura a la soledad”.

Tienen suerte de perder
la memoria antes que el libreto.
Situaciones convenientes,
cachetazo a la verdad.

Te miran riéndose,
del mareo perdiste el centro,
me bajaron una línea
que se ondula cada vez más…